Lo cierto es que la arquitectura está entrando en una nueva era. La era de la sostenibilidad. Esta está trayendo consigo nuevas técnicas, materiales, normativas y diseños que nos hacen plantearnos cómo serán los edificios del futuro y si estos tendrán las mismas posibilidades que los que ya existen.
Con posibilidades me refiero a posibilidades creativas, es decir; ¿podremos llegar a las alturas hasta las que se elevan hoy en día los rascacielos o crear formas como el Guggenheim de Bilbao?
Lo cierto es que como poder, sí podremos. Ya se ha hecho y conocemos las técnicas y los materiales necesarios para volverlo a hacer. Habría, por tanto, que reformular la pregunta. ¿Podremos adaptar nuestras necesidades creativas a las nuevas necesidades climáticas?¿O será la arquitectura del futuro una arquitectura aséptica?
Pues bien, con los principios que se aplican hoy en día a la arquitectura bioclimática o sostenible parece que no. La introducción de materiales como la madera laminada, la eliminación progresiva del hormigón por ser altamente contaminante o la necesidad de aprovechar al máximo los recursos naturales no parecen facilitar la creatividad.
Sin embargo los nuevos ingenieros, químicos y arquitectos habrán de afrontar el reto de lograr nuevos materiales o nuevas técnicas constructivas que sí permitan a la arquitectura ser creativa y sostenible al mismo tiempo.
Ya existen algunos ejemplo de materiales que podrían permitir a los arquitectos darse ciertos lujos creativos sin dejar de ser respetuosos con el medio ambiente. Existen, por ejemplo, vidrios fotovoltáicos que permiten el aprovechamiento de la luz natural para el interior de la vivienda a la vez que aumentan la eficiencia energética. Este tipo de materiales que combinen varias ventajas tanto creativas como sostenibles serán la clave en la arquitectura del futuro.